En la concepción que tenemos del Shiatsu, la energía vital es el capital de energía que disponemos en el nacimiento y que se va consumiendo a lo largo de nuestra vida. A esta energía innata se añade la energía que necesitamos para vivir cada día. Así es como distinguimos la energía innata y la energía adquirida.

La energía vital innata

La energía innata es la energía resultante de la concepción (energía de los dos padres) y del período de la gestación (alimentación, atención…). En el nacimiento, se dispone entonces de un capital energético que puede ser muy variable en función de nuestra herencia y gestación en el útero materno.

  • Algunos/as recibieron mucha energía en este período y pueden, en apariencia, permitirse todos los excesos de la vida: nunca enferman y se recuperan muy rápido.
  • Otros/as recibieron muy poca energía y son más frágiles, deben hacer atención a todo y «economizarse»

La energía innata, una vez dispensada, no se puede restablecer o recuperar: hay que mantenerla. Una enfermedad grave, retos de la vida muy duros, una vida difícil, grandes problemas emocionales, pensamientos negativos recurrentes, una alimentación desastrosa… todo esto irá acabando con ese capital energético innato.

Es por ello que la prevención es tan importante. No es necesario que estemos de forma permanente en estado de prevención, pero sí que es necesario estar a la escucha del cuerpo, de la mente, del intelecto y la consciencia. El cuerpo nos envía múltiples señales cuando nos excedemos: hay que practicar el autocuidado.

La energía vital adquirida

Desde el primer día de nuestra vida, es necesario alimentar nuestra energía en el cotidiano. Esta energía adquirida la obtenemos básicamente de dos formas: por la alimentación y por la respiración: respirando y alimentándonos, tomamos la energía y evacuamos toxinas:

  • La respiración está relacionada con una calidad de Ki-energía más sutil
  • La comida está relacionada más directa y claramente con una energía material

Ambas representan el 50% de la energía adquirida. Por lo tanto, si no nos alimentamos adecuadamente (por medio de la respiración o la comida), no tomaremos la energía que necesitamos para nuestra vida cotidiana.

La mayor parte de nosotros no nos alimentamos correctamente y no somos conscientes de la necesidad de respirar bien. Raramente conseguimos la cantidad diaria necesaria de energía para tener una buena vida, de forma que vamos agotando las reservas de energía vital que no se pueden recuperar. A ello hay que añadir la necesidad de la vida actual de estar presentes y activos en todas partes y en todo momento: vida estresante, obligaciones diversas, ambientes negativos, sobreinformación…

Conservar nuestra energía vital

Entonces ¿qué podemos hacer para estar bien y conservar nuestra energía?

  • Hay que seguir los ciclos naturales del cuerpo: si nuestro cuerpo nos pide invernar en invierno, reducir la actividad, lo hacemos
  • Crear y encontrar tiempo para nosotras/os mismas/os: 10 minutos, un cuarto de hora cada día sin interacción con los demás, sin interferencias de música, móviles, televisión… Tiempo para estar con nosotros/as mismos/as y con nuestro cuerpo, mente, intelecto y consciencia: ¿por qué no practicar los 5 tibetanos?
  • Fluir: moverse y oxigenarse para evitar los estancamientos de energía y pensamientos
  • Dar calidad a nuestra vida: una vida más disciplinada, donde no dejamos que las cosas externas nos afecten, donde evitamos el estrés si no es necesario, donde no damos más de lo que debemos dar y nos cuidamos comiendo bien, haciendo atención a nuestro cuerpo y ser
  • Practicar una disciplina corporal: el yoga, qi-jong, tai-chi, do-in y cualquier otra disciplina que nos permita ser conscientes de nuestro cuerpo

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